El médico- ¡Hombre Julián! ¿Qué tal estás?
Julián- ¡Bien! estoy bien, he pasado hambre y he perdido algunos kilos, pero me encuentro muy bien.
El médico- Ahora poco a poco te vas incorporando a la actividad, cuanto antes empieces mejor, sin excesos pero sin quedarte quieto.
Julián- ¿Y cuando crees que podré ir al pueblo?
El médico- No tengas prisa, todo se andará, ahora por aquí.
Se va cabizbajo, no muy contento e interpreto que encontrarse bien para él es hacer todo lo que hacía antes y que esta contrariedad significa que no se encuentra del todo bien.
A la semana vuelve.
Julián- Verás es que necesito ir al pueblo.
El médico- Pero Julián es pronto, vamos a ver, ¿A dónde tienes que ir?
Julián- Al pueblo.
El médico- Ya te llevará el fin de semana el hijo.
Julián- ¡No!, mi hijo no me puede llevar porque tengo algunos asuntos allí.
El médico- ¿Y como vas a ir?
Julián- En autobús
El médico-Bueno, Julián ten un poco de paciencia, tenemos que ver como te adaptas a esa diabetes que te ha aparecido, veremos lo que opina el cardiólogo. Ten paciencia.
Se va nuevamente cabizbajo.
Pero vuelve a los pocos días.
Julián- Lo siento, tengo que ir al pueblo.
El médico- Pero Julián, ¿no puedes esperar?
Julián- No puedo esperar más, tengo muchos asuntos pendientes.
Pensé que tendría asuntos de notaría o algún cobro de rentas. En principio era pensionistas y no encontraba razones que fueran tan imperiosas.
El médico- ¿Cuántas horas de autobús tienes?
Julián- 10 horas
El médico- ¿Qué cosas son esas?
Julián- Usted no lo entiende.
El médico- Pero si cobras tu pensión, ¿Qué necesidad tienes?
Julián- Sí soy pensionista jubilado de cuando la fundición, pero no he fallado nunca en mis obligaciones. Tengo un prestigio que mantener, no puedo fallar por una tontería, ¡porque soy un profesional!.
El médico- ¿Y a que te dedicas?
Julián- Me dedico a consolar viudas.
El médico- ¡Ah!
Desde entonces viajó a su pueblo a ejercer su profesión. Seis años más tarde hizo un viaje con un dolor anginoso, pero también volvió.
Falleció en su pueblo en el ejercicio de su profesión, ¡supongo!
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