Hace no muchas fechas debía ir a visitar a María y Juan, la primera una enferma de avanzada edad, aquejada de una cirrosis secundaria al efecto de aquellas viejas inyecciones cuyas agujas se esterilizaban en los domicilios tras un hervor, el segundo bastante más joven, víctima de un cáncer de pulmón. Ambos han superado ampliamente su destino estadístico hospitalario por pura tozudez de la naturaleza y los cuidados de sus familias.
Mientras María vive cerca del centro de salud, el domicilio de Juan está situado a una distancia en la que únicamente la dificultad del aparcamiento hace rentable el desplazamiento a pie, siempre me desplazo por la ley caprichosa de primero Juan y después a María.
Iba pensando en Juan cuando al atravesar un paso de cebra un coche blanco e impoluto se detuvo interrumpiéndome el paso, observé que el conductor era un varón maduro, a su derecha una mujer joven y en la parte trasera otra mujer observaba el paisaje con aspecto distraído, mientras los acompañantes delanteros estaban señalando el nombre de la calle, pensé que no tenían Tom-Tom y andaban perdidos.
Bajé la vista y leí las grandes letras azules que el coche tenía pintadas en su puerta delantera: “Osakidetza, Hospitalización domiciliaria”.
Mi mente abandonó a Juan y sin darme cuenta empezó a calcular:
“Desde aquí al Hospital 20 minutos, más la vuelta 40 minutos, más 20 con el paciente 60 minutos, entre localiza el domicilio, aparca y estate quieto, pongamos 60 minutos por paciente. En su jornada de siete horas atienden a siete pacientes. Por mi parte acabo de ver treinta y dos pacientes, voy hacer más del 25% de su jornada, me quedan 1.700 recetas para firmar y tres llamadas telefónicas".
¿Dónde está la diferencia???”.
Ellos son visibles, muy visibles, con “look propio", en equipo interdisciplinar y tienen chofer: ¡son los buenos!.
Jaimito: "...el que no folla es porque no se hace propaganda."
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
No hay comentarios:
Publicar un comentario