A media mañana, de un día cualquiera hasta aquel momento, la paciente comentó:
-¿Se ha enterado?
-¿De qué?
-Ha fallecido María.
Sonó tan seco que estuvo a punto de bloquearme y de forma improvisada respondí:
-¿Cuándo?
-Antes de ayer.
-Pues no, no lo sabía. Dile a José que lo siento mucho.
-¿Se ha enterado?
-¿De qué?
-Ha fallecido María.
Sonó tan seco que estuvo a punto de bloquearme y de forma improvisada respondí:
-¿Cuándo?
-Antes de ayer.
-Pues no, no lo sabía. Dile a José que lo siento mucho.
El recuerdo de María comenzó a cruzarme la cabeza de recuerdos.
A esta joven la Gorgona del sufrimiento le atrapó con uno de sus tentáculos, el lascivo, lento y cruel, que poco a poco avanza inexorable hasta que te quita la vida, con el que desde el principio ya sabemos que no hay alternativa.
Lo supo desde el principio y con él convivió sus últimos 13 años con la naturalidad de los nobles que tenazmente trabajan el cada día a cambio del sustento.
Me duele tu perdida por inútil, por la impotencia que siempre sentí ante tu presencia.
Pero aún me duele más por conocer que te negaron la ayuda domiciliaria y que a José le citaron de inspección para decirle que tu final no era causa de baja laboral.
¡Gracias María por lo mucho que me has enseñado!
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
No hay comentarios:
Publicar un comentario