Me fui de vacaciones en agosto, mientras bullía en mi cabeza la dolorosa muerte de una criatura, que fue extraída por cesárea del vientre de su madre, fallecida a su vez por causa de la gripe A “nueva”. Esta criatura abandonó la vida como consecuencia de un error en la aplicación de una alimentación artificial, por confusión en la vía de su administración.
No soy capaz de ponerme en el lugar del joven padre magrebí, con el que únicamente puedo compartir el dolor.
Estos acontecimientos y los posteriores sobre la gripe A “nueva”, me han servido para plantearme una serie de reflexiones.
¿Qué es un protocolo de actuación?
Una herramienta de ordenación de actuaciones, en este caso sanitarias.
El problema comienza cuando la vigencia de un protocolo, respecto a una actuación en concreto, no dura ni el tiempo suficiente para ser puesto en práctica y los sucesivos protocolos se van superponiendo e invalidando las acciones previas sucesivamente.
En esta situación el fin del protocolo es otro: la justificación legal de que se ordenó formalmente la actuación.
Por lo tanto un protocolo es una ordenación de actuaciones y la justificación legal de que tales actuaciones fueron ordenadas formalmente.
Desde esta perspectiva, un protocolo se diseña para dar cobertura legal a las actuaciones de los responsables políticos.
El sistema judicial, del que nos hemos dotado en el periodo democrático, es un sistema garantista, basado en la presunción de inocencia, de tal manera que quien acuse deberá demostrar los hechos de la culpabilidad y ¡menos mal!, ya que aun siendo así el sistema solo disminuye la posibilidad de los errores judiciales.
En el caso concreto que inicia este post, se podrá demostrar el hecho concreto de la confusión, pero resultará difícil demostrar otras responsabilidades, es el precio que debemos pagar por el sistema judicial garantista que nos protege de determinados errores judiciales y repito: ¡menos mal!.
Esto no impide que podamos analizar las actuaciones y sus efectos, ambos sujetos a la deontología médica, habida cuenta de que somos médicos en todas nuestras actuaciones, independientemente del puesto o la situación en la que estas se produzcan, si su finalidad es la salud de la población, bien sea individual o colectiva.
Código al que no están sujetas otras profesiones que desarrollan su labor en el campo sanitario.
Por lo tanto en las medidas sanitarias existe una doble responsabilidad para los médicos, la judicial y la deontológica, esta última solo afecta a los médicos, independientemente del nivel en que se tomen las medidas.
¿Qué llama la atención respecto a la gripe A “nueva” (gripeAn)?
Lo primero que me llama la atención es la vacunación con cepas para la gripe estacional.
Un amigo mío... apareció en la TV afirmando que la vacunación estacional “protegía” respecto a la gripe An. Al parecer mi amigo desconocía el estudio australiano, en el que la efectividad de la vacuna estacional, en la nueva situación, por desplazamiento del nuevo virus respecto a los existentotes, alcanzaba el 3% de efectividad.
Sin embargo nuestras autoridades nos plantearon la necesidad de vacunar a los grupos de riesgo habituales para la gripe estacional.
Esta vacuna preparada para los virus estacionales, que la nueva gripe An ha desplazado, lo que significa que tales virus estacionales ya no existen tras la viremia de nueva aparición, por lo que su utilización carece de sentido.
Equivale la medida a volver a vacunar de la viruela a toda la población no vacunada.
Además el impacto de la gripe An sobre las poblaciones consideradas de riesgo en las campañas clásicas, (crónicos y mayores de 65 años) es numéricamente simbólica.
Situémonos en el plano de nuestros responsables. La adquisición de las vacunas que se emplearán en la campaña estacional de otoño se adquieren en el mes de marzo, en el año actual antes de que se detectara el primer caso de la nueva gripe An en EE.UU., que parece corresponder al mes de abril.
Una vez hecha la compra de “X” millones vacunas, algo hay que hacer con ellas y la decisión que se toma es: “que se pongan”; y el argumento: “por si acaso, como mucho no hará nada”.
Deducción que se establece sobre el curso de la pandemia en el hemisferio sur, que no es esperable que en nuestro entorno ocurran cosas diferentes de las que ocurrieron allí, con mas razón cuando el virus no ha mutado, y que nuestras autoridades conocen antes que nosotros.
En mi entorno ha tenido un impacto desigual, a mi centro se le han solicitado los sobrantes (bastantes) desde otro centro, curiosamente este último es considerado un centro “puntero”, de los sometidos a la medicina basada en la evidencia y me pregunto ¿sobre que evidencia han vacunado de la estacional?. En Australia hace seis meses que pasaron la pandemia y su experiencia ¿no vale nada?.
Lo que me lleva a concluir que existen dos tipos de praxis médica, la que se da a los pacientes y la que se practica para los jefes, es posible que consigan el premio por cobertura vacunal, pero…. ¿ha sido deontológico?.
El argumento de que se ha mantenido la vacunación para conservar el hábito de vacunarse anualmente en otoño, carece de validez. Lo correcto hubiera sido retrasar la vacunación hasta tener la vacuna del virus de la gripe An. Como se puede observar en las hojas epidemiológicas la población afectada es la de menores de 50, fundamentalmente menores de 25 y son afectados en su totalidad por el virus de la gripe An y han desaparecido los estacionales.
¿Cuál es el tratamiento de esta gripe An?
El de cualquier gripe, el sintomático, el reposo, la paciencia y la vigilancia en la aparición de complicaciones y que dura entre 2 y 7 días, como cualquier otra gripe.
Frente a esto, las autoridades hacen efectiva la compra de las partidas solicitadas de “tamiflú” para la ultrafamosa gripe aviar y destinan para su envasado una instalación militar.
He de afirmar con rotundidad, que en su lugar es casi seguro, que hubiese tomado la misma decisión, pero esto no significa que existan pruebas de que el “tamiflú” sea efectivo frente a la gripe An.
Ahora, el dicho medicamento sale a las farmacias y como con la “píldora del día siguiente”, el paciente que la desee la deberá de pagar, quedando a la discreción del médico la posibilidad de que se le suministre desde el C.S. a la población con “factores de riesgo”. ¿Qué significa factor de riesgo para la gripe?
Pero……, si el SNS no costea el coste del producto es porque no le reconoce efectividad-eficiencia.
Pero……, si la partida ha sido comprada y envasada con los presupuestos del estado, ¿se puede repercutir su coste sobre el ciudadano?. ¿se han modificado las circunstancias que justificaron su compra? (Si/No) (cada cual que se responda)
Pero….., sobre que pruebas o evidencias se mantienen estas decisiones.
¿Cuál es el impacto de la gripe An sobre el sistema sanitario?
Aparte del incremento en el nº de consultas y que pondrá en evidencia la desastrosa planificación de décadas anteriores, que en dialecto de gestión empresarial quiso aumentar el rendimiento del sistema aproximándolo al 100%, sin valorar que un sistema no lo resiste, menos cuando se expone a una situación como la actual con déficit en los recursos humanos y que para desgracia de todos nuestros jefes no podrá atribuir el caos en los servicios a la gripe An, porque este era anterior a la nueva situación, se han producido dos efectos perversos.
El primero que se deduce del nº de protocolos elaborados y que se han de considerar en el conjunto del estado autonómico, lo que carga el peso de la prueba en el aspecto de “justificación legal” de los protocolos.
Corresponde dicha actuación a lo que conocemos los clínicos como “medicina defensiva”, desde la irracional separación de los pacientes, pasando por los equipamientos extraterrestres para su asistencia y terminando por tratamientos sin base de evidencia que se les aplica en base de que algo habrá que darles.
Esta medicina defensiva ejercida por nuestros responsable tendrá una rápida extensión por imitación, fundamentalmente por aquellos que ejercen la “medicina para los jefes”, que colocarán la “X” en su casilla correspondiente con precisión suiza y que olvidarán practicar la medicina, por complicada e incierta. Obtendrán las primas por buen trabajo, frente a los que se la jugaran en la incertidumbre, que eligen la medicina para los pacientes a pesar de los protocolos.
En segundo lugar y no menos importante, es el lugar en el que ha quedado la MBE, la medicina basada en las pruebas. Carece de sentido preguntarse, dudar ante la realidad, cuestionarse hechos y datos, ubicar con criterio los avances.
Como decía una compañera:”…..no puedo creer que nuestros responsables…….”, para estos imitadores y obedientes profesionales son y se justifican los “protocolos”.
En el territorio en el que trabajo, el hospital terciario tiene una unidad de medicina interna conocida como “basada en la evidencia”, por donde rotan los servicios……, ¿en que submundo se ha ubicado?. Callar es bueno no sea que destaques y por ello pierdas los privilegios.
Es fácil aclarar “los conflictos de intereses” con la industria farmacéutica y más complicado pero no menos importante aclararlos con la empresa que te paga, a esto se le conoce como auténtica independencia.
¿Qué falta en esta pandemia?
Unos líderes valientes que se enfrenten al pánico generado por los medios sin escrúpulos, que sepan con transparencia comunicar lo útil y lo inútil, que afronten la renuncia a irracionalidades por las que nadie les reprochará nada, porque no hay diferencia entre esta y otras pandemias de la gripe, si acaso es mas suave (pues mejor), no ocurrirá nada que no haya ocurrido antes.
Dedicado a mis residentes, en especial a las que están más lejos y pensando en ellas.
ME QUEDA LA PALABRA
Si he perdido la vida, el tiempo,
todo lo que tiré como un anillo al agua.
Si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre,
todo lo que era mío y resultó ser nada.
Si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los ojos para ver el rostro
puro y terrible de mi patria.
Si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
BLAS DE OTERO
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