No puedo considerarme diferente, en cualquier caso soy uno de esos que queda bajo la curva de Gauss, aunque no consigo saber en que punto del área bajo la curva me encuentro.
Desde mi lugar de privilegio, este observatorio me presenta con reiteración una pregunta que retumba en mi cabeza: ¿Con cuantas personas ha consultado este paciente antes de acudir a mi consulta?
Para un médico de corta experiencia, esta pregunta no suele existir y cuando se la planteas, se le suele romper el equilibrio de pensar que él es el recurso infalible en cuestiones de enfermedad y tratamiento.
A Consuelo, cuando se le presentaron unos dolores en su rodilla que le impedían cumplir con sus dedicaciones, optó por buscar en su entorno alguien que tuviera o hubiera tenido algo similar y presupuso que su tratamiento le iría a ella igual de bien.
Pasados unos días y al no encontrar alivio su dolor vino a la consulta. Tras relatarme su problema pasé a explorarle la rodilla, cuando descubrí que una especie de apósito cubría su rodilla.
Médico- ¿Qué es esto, Consuelo?
Consuelo- Verá doctor, es que como me dolía tanto, le conté a una amiga lo mucho que me dolía y ella me dio esto para pegar, porque a ella le quitaba los dolores, pero a mi no me hecho nada.
M- ¡Pues menos mal!
Si a esta paciente el parche de fentanilo, que se colocó con toda lógica sobre la zona que le dolía, le hubiera ido bien, también hubiera venido pero únicamente a solicitarme la correspondiente receta y hubiese quedado para después la conveniencia de un tratamiento diferente.
No todos son así, los hay que no vienen nunca, estos son muy peligrosos cuando aparecen, son aquellos a los que se les aplica el “si hubiera venido antes” o el “¿pero donde ha estado usted?”, principios de prepotencia que adolecen del respeto que los ciudadanos tienen al ser libres de acudir.
También los hay que vienen casi directamente, generalmente dirigidos por un consejo ajeno del tipo “vete ahora mismo” o el “te tiene que ver un médico”. En estas ocasiones una voz no anónima suena gozosa al otro lado del teléfono, porque por una vez te dará una orden.
Teléfono- ¡Estás de guardia! ¿Lo sabías?
Médico- No me había enterado.
T- Es que hay un paciente que viene urgente, es un desplazado. ¿Te lo meto?
M- Ya ves como llevo la mañana…
T- ¡Te lo meto!
M- ¡Vale! Pero despacio que suba y que espere.
(Conversación textual)
Pasan unos minutos hasta que termino con el paciente que ya estaba en la consulta y llamo al urgente, pero no está y me informan que se ha ido. Los pacientes que pertenecen a un cupo se conocen y como en cualquier rebaño, el elemento extraño es identificado en el momento de su aparición.
En esta situación decido pasar al siguiente y confirmo que no se trata de ninguna urgencia, pero tampoco nadie le ha dicho que espere.
Mas adelante el extraño en el rebaño se introduce en la consulta, la interrumpe y exclama:
Extraño- Llevo esperando una hora.
M- No, usted lleva esperando 15 minutos.
E- ¡Vaya borde! ¡Pareces de Bilbao!
M- De Deusto, casi, casi, el mismo centro.
Y desapreció.
Aunque el área bajo la curva de Gauss abarca al 95% de la población, es difícil saber donde nos situamos los particulares mortales y con frecuencia me parece que cada uno es su propia curva de Gauss.
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