Para el "Joven aprendiz"

domingo, 24 de febrero de 2008

La “mordida” y las “mordidas”.




He visto un ciclo en televisión,

de cine en tiempos de Franco,

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Dicen, con frecuencia, que las cosas han cambiado un montón, tal vez sea cierto.

También dicen que la mordida es típica de los países poco desarrollados, en los que la llamada corrupción es la única forma posible de que los civiles puedan hacerse con unos honorarios complementarios que les permitan un cierto desahogo económico.

Se considera un método de perversión social, de mantenimiento de situaciones injustas, realmente no tiene “buena prensa” y son el ejemplo palmario de una mala o peor organización social.

En el medio del que vengo, nacido en el 52, conocí al antiguo INP, estructura heredera de la cobertura asistencial republicana.

El régimen franquista estaba necesitado de aparentar una prestación asistencial moderna, pero no contaba con los recursos humanos, ni económicos necesarios.

Para solucionar los primeros, optó por acreditar como licenciados en medicina a todos los estudiantes de medicina que sirvieron como oficiales y suboficiales durante la guerra en su ejército, aunque no hubieran terminado los estudios. Tampoco precisaron acreditar formación alguna para ejercer como especialistas, ya que únicamente se requería estar colegiado como tal especialista, el régimen se encargaba de acreditar por el interesado y por su mordida.

Para solucionar los recursos económicos, les exigió a los interesados ejercer en su INP por un tiempo de dos horas y media a cambio de unos salarios limitados, generando en estos la necesidad del pluriempleo, que a su vez se realizaba en estructuras complementarias. De esta manera en este país existía una asistencia pública, una serie de mutualidades patronales, servicios de medicina de empresa, instituciones dependientes de los servicios de las diputaciones como la beneficencia, etc.

Todas ellas eran atendidas por los mismos profesionales, a los que para acceder a una plaza se les hacía jurar fidelidad a “los principios del movimiento” y se les podía ver en una consulta del seguro, un par de empresas y por la tarde de oftalmólogo en la privada.

Después vino la explosión demográfica de la universidad, en mi promoción comenzamos 800 individuos y el año siguiente 1.000.

Aquella masificación dio como resultado una pléyade de profesionales que tuvieron que hacerse un hueco entre los veteranos pluriempleados y dieron ocasión a generar el principio de “un facultativo por puesto a dedicación completa”, esto se compensó con el llamado complemento por exclusividad, de tal manera que quienes quisieron compaginar la pública con la privada dejaban de percibir el complemento, de compaginar dos plazas en la pública no se dio ni la posibilidad de pensar en ello.

Hoy con un déficit relativo de profesionales, producto de una horrorosa planificación y organización generadas en la época de la plétora, aparecen de nuevo los viejos hábitos.

Primero, se extiende el pago del complemento de exclusividad a todo el personal, aduciendo: “Igual pago, para igual trabajo”.

Esto no deja de ser una falacia, en realidad se trata de dar forma legal a la extensión del desempeño de varias plazas en el servicio público, sin que signifique una restricción salarial por la renuncia al complemento por exclusividad, que haría poco atractiva la oferta.

Segundo, los facultativos que obtendrán el beneficio de los incrementos salariales a través del pluriempleo no serán todos de una forma equilibrada, puesto que no todos estamos dispuestos a aceptar la mordida.

No se puede asumir que los profundos problemas estructurales que afectan tanto al sistema, como a sus 17 servicios, se perpetúen por soluciones puntuales, salvo que previamente se realice una reorganización de los servicios acorde a los recursos actuales. Iniciativa que no entra entre los planes de nuestros responsables.

Tercero, las mordidas son y representan la inmoralidad, injusticia y desigualdad de un sistema.

A quienes se oferte la participación en este “río revuelto” serán los que obtengan “la ganancia”, de la misma manera que otros obtuvieron el beneficio de la acreditación de todo lo acreditable en el viejo régimen.

Incluso, se entiende que en esta mordida, van implícitos los juramentos a los “principios del movimiento”, ad hoc.

Además sustenta el mantenimiento de una situación, que denunciada por otros compañeros, se mantendrá “sine die”, mientras existan mordedores agradecidos.

Serán ofertadas y aceptarán los “amiguetes” de la jerarquía y que lo son además de lo propio y lo ajeno, defensores de:”….y que hay de lo mío?”. Que en su momento tratarán de cobrar, porque para esta gente, que muerde siempre desde el lado de la ley, nunca hay cosas gratis, ni puntada sin hilo.

Son las diversas formas de mantener el sistema de las mordidas

Cuarto, cuando hablamos de mordidas, nos ponemos de acuerdo en las que caen fuera de la línea definida y marcada por la legislación, la ley, y olvidamos que desplazarla en un sentido u otro depende del legislador, que curiosamente en este caso también es el responsable del caos en el que nos encontramos.

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Para ver contigo me alquilo,

¡Una de romanos!



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