Es bien sonante y agradable al oído; de concepto abierto y positivo, que impulsa a la sumación de bien intencionados y pocos serían los que no se sumaran a tan simple e idílico mensaje.
¿Quién, tras un frío invierno no se expone cara al sol, para que este nos haga sentir la tibieza de sus primeros rayos primaverales? De la misma manera ¿quién no expondrá su corazón al viento de las buenas ideas e intenciones?
Correspondería este título a un intento de consensuar, armonizar, elaborar un pensamiento ecléctico, contextualizar, desradicalizar, humanizar, convivenciar, dos visiones de la vida muy diferentes y muy distantes entre sí.
Una situación similar a este ecléctico mensaje se está produciendo en la estructura sanitaria.
Los antecedentes.
Por hacer una breve historia, podemos advertir que la estructura pública fue diseñada y dimensionada, en una época anterior para unas necesidades y servicios de la época, podemos identificar el momento de su diseño en 1985, sobre la herencia de una estructura previa, surgida en épocas anteriores a la constitución.
La evolución de los hechos.
Han transcurrido 20 años y hemos avanzado, en los últimos años se han aprobado leyes tan importantes como la de autonomía del paciente, los transplantes son terapias habituales, la población ha envejecido y todo ello ha modificado la cartera de servicios ampliándola. Por el contrario la estructura no se ha modificado al mismo ritmo, es demasiado rígida para permitir adaptaciones a la velocidad en las que estas se producen.
La alternativa.
La incapacidad de la estructura pública para adaptarse ha sido solucionada con la adopción de contratación de servicios a entidades privadas, es la llamada concertación, sobre el principio de rentabilidad de costos, ya que el coste de una cama concertada es más barato que una cama pública o la endoscopia concertada es más barata que la realizada en el sistema público.
Ahora se trata de subir un peldaño más y concertar hospitales enteros, en un futuro inmediato también se concertarán centros de salud enteros.
La estructura habrá cambiado de pública a concertada.
Esta decisión política está aceptada por todos los partidos de representación parlamentaria. Se detecta el mismo comportamiento en todas las comunidades autónomas, aunque a diferentes velocidades.
No representa un problema que merezca relevancia parlamentaria, ni existe respuesta en los parlamentos autonómicos.
Todo ello debido a que nuestros representantes consideran que para los ciudadanos lo importante es la prestación del servicio y que este sea gratuito, independientemente de quién se la de o el coste que tenga.
Comportamiento de la alternativa.
La introducción del concepto de costes en la estructura sanitaria, abrió la puerta a la dimensión de mercado del sistema sanitario y con estos conceptos el de beneficio mercantil. Su aplicación irracional olvida los principios de equidad, proximidad, accesibilidad, actuación beneficiente y otros conceptos no contemplados en las frías cuentas de resultados, ¡los costes frente a los valores éticos de la profesión! .
La aparición de empresas privadas, cuya existencia está ligada al beneficio mercantil, introduce la perversión en el sistema de la mano de la rentabilidad aparente.
Efectivamente los servicios son más baratos en las empresas privadas y por lo tanto cualquiera se preguntará ¿Cómo pueden existir siendo más baratas? ¿Dónde está su beneficio mercantil?
Podríamos realizar una relación de costos del público, compararlo con el privado para detectar en las diferencias los motivos del ahorro, entre los que encontraríamos una estructura administrativa hipertrofiada por estómagos agradecidos, subsidiaria de pagos de favores entre pares, justificativa de la rigidez, la burocratización y un largo etc.
Mejor recorramos el camino de los servicios privados con el ciudadano, ya que según se deriva del comportamiento de nuestros representantes democráticos, es indiferente de quién preste el servicio.
Manolo es un comercial con 35 años de ejercicio en las ventas que se jubila el mes próximo en virtud de un “contrato relevo”, que entre pincho-tapa y “birra” me comenta:
M-“….he ido dos veces a la clínica, la primera hace años por una diarrea con dolor de tripas que creí que me moría, estuve dos días ingresado y al darme el alta me dieron cita con el digestivo, total para decirme a la semana que estaba muy bien.
La segunda hace poco, porque me entró un dolor en la cadera que no la podía mover, me hicieron de todo, hasta casi volverme loco, que si tenía la tensión muy alta, que si soy obeso, que si se queda ingresado, que si dentro de tres días le hacemos una prueba de esfuerzo y además me pasaron con el traumatólogo, el reumatólogo, el cardiólogo, endocrinólogo, creo que no quedó nadie sin verme.
Hubo varias cosas que no me gustaron.
Cuando me dijeron que me quedaba ingresado, para que a los tres días me hicieran la prueba de esfuerzo, les dije que para estar esperando me iba a casa y volvería para hacerme la prueba y comenzaron los problemas. Si me iba a casa la prueba se retrasaba 15 días, para después pasarme al cardiólogo y les conteste que ya tenía cardiólogo. Me dijeron que si tenía algún problema para cambiar de cardiólogo y les dije que precisamente porque no tenía ningún problema con mi cardiólogo no tenía ninguna necesidad de cambiar de cardiólogo……”.
El interlocutor (I)- Pero Manolo tu que sabes, ¿donde está el truco?
M- Y encima me amenazaron con que me iba bajo mi responsabilidad. ¡Pues menos mal!. ¿Qué donde está el truco?. Es posible que cogidos de uno en uno los servicios sean más baratos, pero eso es pura apariencia, porque lo que cuenta es la factura final y estos sacan el beneficio de cosas que te hacen sin justificación.
Facturan un número de servicios no justificados.
Es como ir a comer de “menú del día”, todo el mundo busca el más económico, pero ese no suele ser el de precio inicial, sino el que al final es más barato en el total. En algunos el pan es tan pequeño que tienes que pedir otro, o el botellín de agua te obliga a beber dos, otros incluyen el café.
En esa clínica, primero te secuestran con buenas palabras y después te fidelizan acariciando la oreja para que pienses que te salvan la vida. Al final te sale peor que esperar.
Pues menos mal que Manolo es considerado por nuestros representantes democráticos como del colectivo de “tontos necesarios”.
Efectivamente la rentabilidad mercantil de la medicina privada consiste en la facturación de múltiples inutilidades, por si mismas peligrosas de producir iatrogenia, pero todas perfectamente pautadas por los especialistas trabajando para franquicias empachadas de “marketing” con publicidad engañosa, muy ineptos e ignorantes del ejercicio en el arte médico y considerando siempre al paciente, además de enfermo y por ello necesitado, como “tonto de baba”.
¡Las leyes del mercado sanitario!
Pero el sistema público no se libra de esta perversión. La propia autoconcertación (sistema por el que el propio sistema contrata servicios con sus propios trabajadores, en horas extras) presenta las mismas características que la concertación con una entidad privada, las listas de espera se hipertrofian para justificar la autoconcertación salvadora.
A la vuelta de unos años asistiremos a un incremento del gasto sanitario muy por encima del actual, sin poder objetivar si el incremento ha servido para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos o de los servicios prestados, en relación con las iatrogenias generadas en el propio sistema, pero que sin duda incrementará los beneficios en el mercado sanitario.
En este sistema se está sustituyendo el “primum non nocere” por el “hacer para amortizar” y “es mejor que se sienta enfermo a que se sienta sano, por si acaso, siempre gastará más y nos estará agradecido”.
Cara al sol,
y,
el cor al vent.
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4 comentarios:
En primer lugar: gracias por afirmar que el cambio a lo concertado es generalizado en todas las autonomías y regiones de España, independientemente de su color político.
En otros foros se utiliza como arma arrojadiza contra según quien gobierne.
Creo que el concepto "coste" es primordial en la atención sanitaria. Precisamente, si desaparece ese concepto, si no lo tenemos en cuenta supondrá la destrucción del sistema, que se hará insostenible, y finalmente lo pagarán los más débiles.
No creo que la empresa privada suponga ninguna perversión en el sistema. Al contrario, la empresa privada controla más la eficiencia de tal forma que, finalmente, aprovecha mejor el dinero de nuestros impuestos.
La sanidad pública pura y dura se traduce en despilfarro, trabajadores con muy baja productividad, bajas interminables, mangoneo de material, etcétera.
Primero. Manolo tuvo una gastroenteritis aguda. No entiendo el porqué se enfada cuando el digestivo le dice que todo está bien. ¿Quizá prefiere que le diga que tiene cáncer de estómago?
Segundo. Esto tiene más miga.
Te sierve para criticar lo privado el argumento que expones al igual que te serviría el contrario.
Me explico. Si el paciente consulta por dolor en la cadera y sólo le miran ésta, podrías decir: claro, la medicina privada es una mierda, no lo han mirado bien, no hacen medicina preventiva (control de la obesidad e HTA)
La cosa es protestar. Tanto si se hace poco (ni me miró, no me hacen caso) como si se hace mucho.
Yo trabajo en un hospital concertado (que en definitiva es público, aunque de titularidad privada): no nos pagan por prueba, no por número de consultas, ni por gasto de ningún tipo. Al igual que en el sistema público, me pagan por jornada y guardias.
Es más, la dirección NUNCA (ABSOLUTAMENTE NUNCA) nos ha dado ninguna instrucción a este respecto. Nos da total libertad para que actuemos en conciencia y que hagamos todo lo que se considere mejor para nuestros pacintes.
Cuando hay un paciente ingresado en Traumatología con una fractura, es habitual consultar con Medicina Interna si se detecta una anemia severa, hipertensión no conocida, diabetes descontrolada, etcétera.
No sé como catalogar a la persona que piensa que eso se hace por dinero y no por profesionalidad.
Para terminar.
Es habitual que en los servicios de diagnóstico por la imagen (rayos, TAC, ECO) exista una agenda para pacientes ingresados (con pocos días de espera) y otra para los de la calle (que, lógicamente, tiene más retraso).
Este "caprichoso" paciente (un poco petardo y tocapelotas) decide por su cuenta y riesgo que no quiere esperar 3 días en el hospital. Se le informa de que entonces pasa a la otra agenda (pues la cita que él tenía dentro de 3 días queda disponible para otra paciente (más paciente) ingresado en el hospital).
No es una amenaza. A todo paciente que se marcha de alta voluntaria se le informa de que lo hace bajo su responsabilidad. ¡¡Sólo faltaría!! Se marcha porque quiere, luego no vale pedir responsabilidad a los médicos si algo sucede en el interín.
Su argumento no se sostiene, porque al final, el COSTE FINAL, de la atención se muy inferior al de la pública, y eso que se han hecho todas esas pruebas consideradas necesarias según los correspondientes especialistas, aunque consideradas innecesarias por un experto como usted.
Un saludo.
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