Leía la entrada del blog
medicina wars, en la que su Obi-wan hacía una serie de consideraciones sobre la utilidad de la evaluación final de los residentes de MFyC.
Comparto la opinión con el autor de la entrada y me quedo con su última palabra: “…… objetaré.”
Pues ya ves Obi-wan, una decisión como esta nos llevaría a un error.
Es moda que se mantiene en el tiempo la evaluación de todas las actividades, pero en este caso la situación es en sí misma perversa.
De nada sirve si uno es mejor o peor, si lo dio todo según sus capacidades, si lastrado por una rémora es incapaz de ejercer, si solo le interesa un “titulillo” para medrar y etc., etc., y esa información transita por cuadernillos, despachos, cajones y finalmente archivos.
Mantener la situación nos instala en la comparación permanente entre las sucesivas promociones, sin percatarnos de que es nuestro propio envejecimiento un elemento que influye notablemente en la comparación.
Son individuos y no promociones.
Partiendo de que tal evaluación no es mas que la expresión práctica de la moda de evaluarlo todo, incluso cuando la tal evaluación carece de repercusión, utilidad o discriminación, pues resulta tan inútil como la realizada por los residentes a sus tutores, pero con ella se completa la carpeta-expediente correspondiente y en eso queda todo.
Si consideramos la idea general de la necesidad de evaluar por la pregunta:
¿A quién interesa la evaluación?
Podremos concluir que tal como se realiza ahora, en secreto, individualmente, con comunicado ante tribunal en el que se reúnen o no se reúnen, los que sean, etc, evalúa la nada, es una simple evaluación formal. Realmente solo es útil al estadístico correspondiente de Ministerio.
Pero la pregunta tiene otra respuesta. Al único al que le interesa la evaluación es al sujeto evaluado, por lo tanto debe de realizarla él mismo.
Debe de considerar:
-Su expectativa al comienzo. El "3".
-Las modificaciones en la expectativa inicial. Matizaciones al "3".
-Los medios con los que ha contado. Contraste entre lo deseado y lo posible.
-El grado de consecución de la expectativa. Nivel alcanzado "0-3".
-El esfuerzo invertido. Como parte limitadora de lo alcanzado, principio de autoresponsabilidad.
-Las dificultades detectadas para la realización. Factores que le han distraido del objetivo deseado.
-Y otras.
En este análisis autocrítico la figura del tutor es fundamental, como observador neutral y como principio de realidad, sobre el mismo guión que se nos propone. A la vez entre los dos surgirán las cuestiones de evaluación mútua de la relación mantenida.
Esta actitud y actividad tiene el grave problema de que producen vértigo, tanto en el residente como en el tutor y para vencerlo preferimos rellenar ambos, el correspondiente “papelito” carente de repercusiones.

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